Las temporales del Prado: Metapintura, Ribera y el Maestro Mateo

Metapintura. Un viaje a la idea del arte



El Museo del Prado propone con esta un viaje que se inicia con la Edad Moderna y finaliza en 1819, año de la creación del museo, organizado en torno a dos pilares fundamentales para el museo, las Colecciones Reales y el arte español, el ameno y variado itinerario incluye pinturas, dibujos, estampas, libros, medallas, piezas de artes decorativas y esculturas.


De las piezas presentes en la exposición, 22 han sido prestadas por otros museos y coleccionistas como la Fundación Casa de Alba, la National Gallery de Londres, el Museo de Bellas Artes de Sevilla, el Banco de España o el Museo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, mientras que el resto pertenecen al museo del Prado.




La pinacoteca madrileña aprovecha esta exposición para rendir un merecido homenaje a Miguel de Cervantes en el IV centenario de su fallecimiento, reservando un espacio al Quijote, como hito de la literatura, poniéndolo en relación con Las meninas de Velázquez, basándose en el hecho de que la obra de Cervantes es una novela sobre la novela y la de Velázquez es una pintura sobre la pintura.


El lienzo de Las meninas no se moverá de su lugar habitual en la sala 12 del edificio Villanueva, pero estará presente en la exposición a través de una reproducción de un fragmento del grafoscopio de Laurent expuesta junto a primeras ediciones de las dos partes del Quijote.

 


La muestra, comisariada por Javier Portús, Jefe de Conservación de Pintura Española del Museo Nacional del Prado, está organizada quince etapas: Los orígenes: la religión; Los orígenes: la mitología; El Quijote y las Meninas; Cuando no basta el arte: el poder de las imágenes; La pintura como signo; Los límites del cuadro; Historia y tradición: Tiziano; Arte infinito; El rostro del arte; Los lugares del arte; La historia del arte; Goya y la crisis de la imagen religiosa; Mitos modernos: el amor, la muerte, la fama; Hacia un nuevo artista: entorno afectivo y subjetividad; El final de este viaje.


Una exposición amena y educativa, con un total de 137 obras de artistas de la talla de Tiziano, Murillo, Bernini, Goya, Zurbarán, Rizi, Cano, Ribalta, Anguissola, Fortuny, Madrazo, Rubens... entre otros grandes del arte, representados con obras clave para entender la historia del arte.

Ribera. Maestro del dibujo



El Museo del Prado en colaboración con el Meadows Museum de Dallas presenta la exposición “Ribera. Maestro del dibujo. Comisariada por Gabriele Finaldi (ex director adjunto de Conservación del Museo del Prado y actual director de la National Gallery de Londres) se organiza con motivo de la publicación del primer catálogo razonado completo de los dibujos del artista, que permite tener una visión completa de Ribera como dibujante y catalogar los aproximadamente 160 diseños que llevó a cabo.



Además de incluir varias de sus obras maestras ya conocidas como el Sansón y Dalila del Museo de Córdoba, Aquiles entre las hijas de Licomedes del Teylers Museum en Haarlem o el San Alberto del British Museum, se pueden contemplar dibujos recientemente descubiertos como el titulado Aparición de Cristo resucitado a su madre del Kent History and Library Center.


También se pueden contemplar una docena de dibujos que nunca antes vistos en España, como las Adoraciones de Berlín y Nueva York o el Hércules descansando llegado desde Malta.


La exposición que ahora nos presenta el Museo Nacional del Prado está dividida en nueve secciones y combina dibujos, pinturas y estampas ordenados cronológica y temáticamente que permiten comprobar la excepcional técnica del Españoleto, así como la extraordinaria originalidad de su temática. Un total de 52 dibujos, 10 pinturas y 8 estampas, y una pequeña escultura en cera de un alma en el infierno realizada por su suegro Giovan Bernardino Azzolino que se relaciona con las estampas anatómicas de Ribera. 

 

En total, 71 piezas procedentes de museos y colecciones de diversos países, incluida España,  entre los que se cuentan, el British Museum de Londres, el Fitzwilliam Museum de Cambridge, el Metropolitan Museum of Art de Nueva York, el Istituto Centrale per la Grafica de Roma, el Museo de Bellas Artes de Córdoba, la Academia de Bellas Artes de San Fernando y por supuesto del propio Museo del Prado.

Santos y mártires



Gran parte del corpus de dibujos de Ribera lo ocupan las representaciones de santos, especialmente los santos penitentes y mártires, sobre los que trabajó durante toda su carrera. Ribera solía representarlos en los momentos más dramáticos de sus penitencias o martirios, centrando su atención en la tensión espiritual y el sufrimiento físico de los personajes.


San Sebastián y San Bartolomé son las más representativas de su producción. Ambos le otorgaban la oportunidad de experimentar con uno de sus temas predilectos, el hombre desnudo atado a un árbol. San Pedro, crucificado boca abajo, y San Jerónimo, rezando en el desierto, son otros de los santos habituales en sus obras.

Dioses y héroes



Ribera pintó pocas obras de contenido clásico o mitológico, apenas una décima parte de su producción. Entre estos dibujos destacan el Aquiles entre las hijas de Licomedes, el Laocoonte, cuya expresividad facial y corporal le sirvió de modelo para sus posteriores escenas de martirios, o la Ariadna dormida, su único desnudo femenino clásico.




 Tambien se exponen en esta sección los dos fragmentos que conserva el Prado, de los tres  que se salvaron, del lienzo La visita de Baco al poeta Icario, correspondientes a Baco y una sibila. Una obra destruida casi por completo en el incendio del Real Alcazar de Madrid ocurrido en 1734.

Castigo y tortura



Son varios los dibujos de Ribera que representan tribunales dela Santa Inquisición y ajusticiamientos en las plazas de Nápoles. Contornos esquemáticos y concisos, con trazos cortos realizados con rapidez que captan las posturas y los gestos de sus protagonistas, como si se tratara de un reportaje del acontecimiento. Otros dibujos, alejados de la realidad, responden a la fantasía del artista que inventa terribles escenas de castigo y de horror que reflejan su curiosidad morbosa por la violencia física.

Los años prodigiosos 1634-37



En los años centrales de la década de 1630, coincidiendo con el virreinato de Manuel de Fonseca y Zúñiga, VI conde de Monterrey, Ribera se encontraba en la cumbre de su carrera como pintor, produciendo en esta época varias obras maestras.


A esta etapa pertenece el grupo más importante de los escasos quince dibujos preparatorios de Ribera conservados, como la Inmaculada Concepción  de 1635, el Apolo y Marsias de 1637 o la Piedad de la cartuja de San Martino de Nápoles, realizada ese mismo año.


 Estos bocetos permiten conocer su proceso de trabajo: primero ideaba una escena y la dibujaba, normalmente con pluma, añadiendo y eliminando elementos para mejorar la composición, posteriormente hacía bocetos de personajes y detalles concretos y finalmente disponía a los modelos en las posturas seleccionadas, pintando desde el natural, lo que explica la gran diferencia entre sus bocetos de figuras muy alargadas y la obra final, con proporciones más reales.

Cabezas



Un tema con gran importancia dentro de la obra de Ribera son sus cabezas. Son veinticinco dibujos, realizados con diversas técnicas: sanguina, lápiz negro, pluma, aguada roja… Varias de las cabezas presentan deformidades, como bocio, o rasgos muy exagerados, como narices alargadas o labios excesivamente carnosos.


Otras son estudios que servían para documentar diversos tipos, a la manera de las ilustraciones de tratados fisionómicos como Della fisonomía dell’huomo del napolitano Giambattista della Porta. La mayoría están de perfil, para poner más énfasis en el carácter del personaje o en las deformidades.

Maestro del dibujo



A diferencia de Caravaggio y de los pintores de su estela, que no dibujaban sino que pintaban directamente en el lienzo, Ribera concedía al dibujo una gran importancia. Por la excelente calidad de muchos de los dibujos conservados, la gran variedad de técnicas y el grado de acabado de algunos de ellos, Ribera merece ser considerado como un maestro del dibujo. En la escuela que fundo, los alumnos dibujaban al modelo del natural y recibían lecciones prácticas del maestro. Los tres aguafuertes anatómicos presentes en la muestra, de gran expresividad, estaban probablemente destinados a un manual de dibujo para la enseñanza de los jóvenes pintores.

En la ciudad y en el campo



 Nápoles era, con unos trescientos mil habitantes, la segunda ciudad más poblada de Europa en la primera mitad del siglo XVII. Sus calles y sus plazas estaban abarrotadas de soldados, clérigos, nobles, vendedores ambulantes, mendigos… Se conocen más de una docena de dibujos de Ribera, la mayoría de pequeño formato, que recogen aspectos de la vida cotidiana de la ciudad.


Asimismo, el descubrimiento de obras nuevas ha permitido conocer el interés que Ribera tuvo en las escenas campestres, que dibujo en sus salidas de la ciudad.

Extrañas fantasías



Ribera empleaba el dibujo no solo como medio para preparar sus pinturas o como puros ejercicios académicos, sino también como una manera de plasmar sus obsesiones, que a veces parecen adelantarse a las de Francisco de Goya. Con la figura humana como tema central, estos “caprichos” pueden ser de carácter humorístico, satírico, caricaturesco, ridículo, lo incluso tétrico e inquietante. El ejemplar más temprano que se conoce es Escena fantástica: caballero con hombrecillos encaramándose a su cuerpo, de finales de la década de 1620, y el último está fechado unos diez años después. En esta sección se incluye también Hecate, una inquietante pintura en cobre que muestra una escena fantástica con figuras de pequeño tamaño.

Últimos dibujos



Los dibujos de los últimos años de vida de Ribera retoman algunos de sus temas predilectos, como el Martirio de San Bartolomé, que fue desollado vivo, o la Adoración de los pastores. Ribera pintó un mínimo de seis Adoraciones entre 1629 y 1650 para importantes clientes como el rey de España o el virrey Medina de las Torres. En sus últimos años su estilo, que acusa una mano menos segura con líneas finas y trémulas y un mayor uso de la aguada, menos sutil que en años anteriores. También es evidente una despreocupación por unificar la escala de las figuras con personajes extremadamente alargados o mucho más grandes que otros, algo que no se transmite a sus pinturas.

Maestro Mateo en el Museo del Prado



El Museo del Prado, la Real Academia Gallega de Bellas Artes y la Fundación Catedral de Santiago organizan conjuntamente una exposición monográfica con obras realizadas por el Maestro Mateo para la catedral de Santiago de Compostela entre los años 1168 y 1211.



Esta exposición reúne las nueve esculturas conocidas que se conservan de la desaparecida fachada exterior del Pórtico de la Gloria, incluida la recientemente descubierta, un rosetón y dos dovelas, y piezas clave para entender el coro pétreo, como San Mateo y Caballos del cortejo de los Reyes Magos, que hasta el siglo XVII ocupó los primeros tramos de la nave mayor catedralicia. Un  total de catorce piezas, que por primera vez salen de sus ubicaciones habituales.


El Maestro Mateo actuó en tres espacios destacados: la cripta” el Pórtico de la Gloria y la desparecida fachada occidental. Realizando igualmente el coro pétreo de los cuatro primeros tramos de la nave central de la iglesia.


La cripta o catedral vieja fue construida para salvar el desnivel existente entre las naves de la iglesia y la plaza del Obradoiro y sirve de sustento al Pórtico de  la Gloria, una de las obras cumbre del arte europeo medieval, en cuyos dinteles, colocados el 1 de abril de 1188, el propio Mateo dejó constancia de que él había dirigido las obras de la catedral desde sus cimientos.

La exposición



El Maestro Mateo realizó una rica fachada para el pórtico, modificada a mediados del siglo XVI y sustituida en el siglo XVIII por la actual fachada del Obradoiro, realizando igualmente el coro pétreo que se instaló en los cuatro primeros tramos de la nave central de la iglesia, reemplazado a comienzos del siglo XVII por otro de madera.


Varias esculturas de estos conjuntos desaparecidos fueron reubicadas en la propia catedral, entregadas a diferentes instituciones o vendidas a colecciones privadas. En la exposición, que comienza con el documento de la concesión de una pensión vitalicia al Maestro Mateo por Fernando II como primera referencia a su labor en la Catedral de Santiago, se muestran catorce de estas piezas, como los caballos del cortejo de los Reyes Magos o el San Mateo realizados por Mateo y su taller hacia el año 1200.



Están presentes también las esculturas de Salomón y David, que formaban parte de la desaparecida fachada occidental y entre ellas destacan las esculturas de Salomón y David la Estatua-columna masculina con cartela, encontrada en fecha reciente en el interior de la torre de las campanas de la catedral, que se presenta por primera vez al público en esta exposición.


También se incluyen otros elementos arquitectónicos como el gran Rosetón que coronaba la portada central, reconstruido a partir de fragmentos hallados en 1961, y dos Dovelas con el castigo de la lujuria, cuya temática coincidía con la del arco del Pórtico de la Gloria dedicado al Juicio Final.



Una vez más, El Museo Nacional del Prado merece que le dediquemos unas horas y nos asomemos a sus salas. Seguro que, al igual que en ocasiones anteriores, disfrutaremos de todo lo que nos ofrece este museo, que como no podía ser de otro modo, es el mas visitado de la capital de España. Por algo será.

Museo Nacional del Prado

Paseo del Prado, s/n – 28014 Madrid

https://www.museodelprado.es/

Comentarios

Entradas populares de este blog

El Paseo de la Castellana o las heridas del tiempo.

El Palacio Real de Madrid. Historia, secretos y leyendas de un noble edificio.

El Tío Pepe y la Puerta del Sol.