El desaparecido Palacio de Oñate


El Palacio de Oñate era un austero edificio construido en el siglo XVII, compartiendo manzana con una de las mancebías más populares de Madrid, frente a la manzana donde se encontraba la casa del Licenciado Melchor de Molina, conocida como la torrecilla de la Puerta del Sol. 


Tenía su acceso principal por la calle Mayor, mientras que su fachada posterior daba a la calle del Arenal, con otro de sus lados dando al callejón de la Duda, desaparecido durante la remodelación de la Puerta del Sol llevada a cabo entre los años 1857 y 1862.


En el plano de Pedro de Teixeira realizado en 1656, podemos apreciar el lugar exacto donde se encontraba el palacio de los condes de Oñate que hoy nos ocupa.


No se puede decir que fuera un edificio especialmente monumental pese a su gran superficie, ya que en él únicamente era de destacar la magnífica puerta barroca diseñada por el arquitecto Pedro de Ribera en el siglo XVIII durante unas reformas efectuadas en el ya añejo caserón. 


Realizada en piedra berroqueña, el dintel y las jambas presentaban los adornos y molduras característicos de la arquitectura de Ribera, que se prolongaban en torno a los balcones superpuestos, rematándose el conjunto con el escudo heráldico de los condes de Oñate.


Tras el derribo del palacio en 1913, la puerta fue salvada y ofrecida por el Ayuntamiento de Madrid a diversas instituciones mientras languidecía en los almacenes municipales. Finalmente, la oferta fue aceptada por la Casa de Velázquez, una institución cultural francesa situada en la Ciudad Universitaria de Madrid, donde fue instalada en 1935. 


Durante la Guerra Civil la Casa de Velázquez resulto tan seriamente dañada, que la magnífica puerta no pudo ser salvada al efectuar la reconstrucción del edificio una vez finalizada la contienda. 

Y la puerta del Palacio de Oñate se perdió para siempre.


El Palacio de Oñate se hizo tristemente célebre por el asesinato en su puerta, el día 21 de agosto de 1622, de D. Juan de Tassis y Peralta, II conde de Villamediana e insigne poeta. Un trágico suceso que nunca se llegaría a aclarar, aunque todo parecía apuntar que fue consecuencia de los rumores acerca de sus ilícitos y adúlteros amoríos con Isabel de Borbón, esposa de Felipe IV. Por los mentideros de la Villa rápidamente corrió el rumor de que tan trágico desenlace tuvo su origen en los sonetos que Villamediana dedico a la Reina, unos sonetos que acabarían circulando por todo Madrid, lo que despertaría los celos y la inevitable desconfianza del monarca.


Para complicar aún más el ya de por si escabroso asunto,el 15 de mayo de 1622 se celebro en el palacio de Aranjuez una fiesta en la que se represento la obra titulada "La Gloria de Niquea" escrita por el mismo Villamediana, con prólogo de Luis de Góngora. Tras la mencionada obra se inicio la representación de "El Vellocino de Oro" de Lope de Vega. Por desgracia, durante el segundo acto se produjo un incendio que desato el pánico entre el público asistente. Villamediana, tomó en brazos a la Reina para llevarla a palacio, aunque parece ser que se demoró bastante más de lo necesario, lo que provocó la ira del monarca. Y de este modo llegamos a la aciaga noche en la que, regresando a su domicilio en la calle Mayor desde el Real Alcázar de Madrid junto a D. Luis Méndez de Haro en su carruaje, el conde de Villamediana fue atacado por un hombre en el callejón de la Duda. El conde, mortalmente herido fue llevado a su casa, donde nada se pudo hacer por salvar su vida, falleciendo cuando apenas contaba 40 años.


Capellán de Felipe III y amigo de Góngora y Lope de Vega, al Fenix de los Ingenios se atribuyen los siguientes versos que hacen referencia al asesinato del conde de Villamediana:

Mentidero de Madrid, / decidnos: ¿Quién mató al conde? / Ni se sabe, ni se esconde; / sin discurso discurrid. / Unos dicen que fue el Cid, / por ser el conde Lozano / ¡Disparate chabacano! / Pero lo cierto de ello ha sido / que el matador fue Bellido / y el impulsor soberano.

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