El Bosco en El Escorial o cuando El Prado no basta.


Patrimonio Nacional se une a la conmemoración internacional del 500 aniversario de la muerte de Jheronimus van Aken, más conocido como El Bosco, con la exhibición de las obras del artista y de su taller que se conservan en el Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial. José Luis Díez, director de las colecciones Reales de Patrimonio ha calificado la exposición como:

“Escueta, sencilla pero exquisita”.



La muestra, que se podrá disfrutar hasta el 1 de noviembre de 2016, ha sido organizada por Patrimonio Nacional con la colaboración del Museo del Prado y está comisariada por Carmen García-Frías, Conservadora de Pintura Antigua y Concha Herrero, Conservadora de Tapices, ambas de Patrimonio Nacional. Tan solo 11 piezas, aunque eso si, realmente excepcionales: tres tablas, cuatro tapices, tres manuscritos (dos de ellos libros de entrega) y  un grabado.


Felipe II fue uno de los mayores coleccionistas de obras de El Bosco, y el contenido religioso y satírico de su pintura fue determinante para que parte de su producción acabara durante su reinado en el Monasterio de El Escorial. Así, en 1574 llegaron la versión escurialense de El Carro de Heno, la Mesa de los Pecados Capitales, la Adoración de los Magos, Cristo con la cruz a cuestas y varias Tentaciones de San Antonio, mientras que en 1593 llegaron otros cuadros procedentes de la almoneda de Fernando de Toledo, hijo natural del gran duque de Alba y Gran Prior de la Orden de San Juan, como el Jardín de las Delicias o la Coronación de espinas.


El jerónimo Fray José de Sigüenza, en su obra titulada Fundación del Monasterio de El Escorial escrita en 1602, aseguraba al hablar de El Bosco 1602 que su obra no era herética, sino una crítica de los vicios y las costumbres de la sociedad de la época:

"No son disparates, sino libros llenos de profunda sabiduría y artificio”; “Una sátira pintada de los pecados y desvaríos de los hombres".

Además del original del Cristo con la cruz a cuestas y de la versión del taller de la Coronación de espinas, se exhibe por primera vez el ejemplar escurialense del Tríptico del Carro de heno, tras su reciente restauración. Junto a las tablas, se muestran los tapices de El Bosco, también conocidos como Disparates del Bosco o Caprichos de Brueghel, una serie inspirada en la obra de Hieronymus Bosch, según cartones atribuidos a Peter Brueghel el Viejo y la única que se conserva en la actualidad, tras la destrucción durante la Revolución francesa de la serie prínceps o primera edición tejida para Francisco I de Francia. Los cuatro tapices titulados El jardín de las delicias, El carro del heno, Las tentaciones de San Antonio y San Martín y los mendigos fueron tejidos en Bruselas entre 1550 y 1570, con hilos de oro, plata y seda. La fecha de su llegada a Madrid continúa a día de hoy siendo un enigma, aunque se sabe que la serie procedía de la colección del cardenal Antoine Perrenot Granvelle, desempeñando un importante papel en el ceremonial cortesano durante el reinado de Felipe IV.  Se sabe que en 1626 la serie de tapices fue utilizada para decorar los apartamentos reales del Alcázar madrileño, con motivo de la recepción ofrecida al cardenal Francesco Barberini, y años más tarde, en 1645, siendo Diego Velázquez aposentador y ayuda de cámara, formó parte del bagaje real que llevó el monarca a la jornada de Aragón con motivo de la jura de su sucesor, el príncipe Baltasar Carlos, fallecido prematuramente en 1646 a los 16 años.

Y ahora os propongo tomárnoslo con calma y prestar algo más de atención a las obras expuestas en El Escorial. No os arrepentiréis.

Las tablas.



Cristo con la cruz a cuestas h. 1505-1507  - Óleo sobre tabla de roble, 142,3 x 104,5 cm. Patrimonio Nacional - Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial.

El Bosco nos presenta en esta obra la escena del camino al Calvario sin el dramatismo habitual del tema. Cristo, rodeado por un grupo de hombres de apariencia burguesa y en actitud impasible, mira al espectador con mansedumbre y serenidad mientras pisa una tabla con clavos, un detalle que ya aparece en las miniaturas del siglo XV y que El Bosco utiliza en su obra. Un soldado con una capa en la que se puede ver una luna creciente, pudiéndose identificar con el hereje turco, se muestra como el conductor de la escena, mientras un anciano esbirro alza un látigo. Detrás, se encuentran Simón el Cireneo, con túnica blanca, y otro individuo que le indica como asistir a Cristo, seguidos por el resto de los asistentes a la dolorosa escena. Aparecen igualmente, aunque en un tamaño mucho menor, la Virgen María y San Juan, situados en el paisaje de fondo, con los característicos tonos amarillo, verde y gris claro del pintor y un intenso cielo azul, sin nubes y un resplandor en el horizonte lejano, en el que vemos una imaginaria Jerusalén amurallada y dominada por una alta torre que nos recuerda a las ciudades de Flandes.


 Existen otras dos versiones del tema realizadas por El Bosco, que podemos ver en el Kunsthistorisches Museum de Viena y en el ala lateral realizada en grisalla de las Tentaciones de San Antonio del Museu Nacional de Arte Antiga de Lisboa, aunque la versión de El Escorial presenta una composición más equilibrada debido al menor número de figuras y al consiguiente aumento de tamaño de las mismas.



El carro de heno h. 1510 - Óleo sobre tabla de roble, 135,5 x 190 cm. Patrimonio Nacional - Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial.

En el interior del tríptico, El Bosco representa a la humanidad ignorando el consejo divino y cayendo en el pecado, por el que será juzgado y condenado infierno. El ala izquierda muestra diversas escenas situadas en el Paraíso Terrenal: la creación de Eva, la tentación de la serpiente y la expulsión del paraíso por el ángel; mientras que en la parte superior vemos la caída de los ángeles rebeldes mientras se van transformando en insectos bajo la atenta mirada de Dios Padre. En la tabla central se representa, a través de la metáfora del carro de heno, la lucha de los hombres por conseguir los placeres terrenales, destacando sobre el carro una pareja cantando flanqueada por un ángel, que reza hacia el Cristo Varón de Dolores que aparece entre las nubes, y por un demonio músico, que induce a la lujuria. Igualmente aparecen representados la habitual galería de monstruos y seres imaginarios tan característicos de El Bosco, que arrastran el carro y lo llevan al infierno; inmediatamente detrás del carro, aparecen a caballo el Papa, el Emperador, el Rey, mientras el resto se afana inútilmente por alcanzarlo. En el ala derecha se representa el infierno con sus terribles tormentos, que tienen lugar en torno a la torre de la vanidad que están construyendo unas figuras demoníacas. Una vez cerradas las puertas, el tríptico nos presenta al hombre como un peregrino que recorre el mundo sin descanso haciendo frente a los peligros constantes que le acechan con la ayuda de Dios.


La Coronación de espinas Después de 1516 - Óleo sobre tabla de roble, 157 x 194 cm. Patrimonio Nacional - Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial.

La escena de la Coronación de espinas aparece inscrita en un círculo desde cuyo interior Cristo, cubierto con un manto blanco en lugar de purpura como se lee en los Evangelios, mira directamente al espectador. A la izquierda de la tabla un sumo sacerdote judío, portando un cetro con la figura de Moisés con las tablas de la ley, y detrás un personaje vestido elegantemente, que algunos investigadores han afirmado que se trata un autorretrato del autor. A la derecha, tres verdugos de facciones caricaturescas. Enmarcando el círculo El Bosco representó en grisalla de color pardo la lucha entre ángeles y demonios por la salvación del hombre.


Existen dos versiones casi idénticas  de esta tabla que se encuentran en el Museo de Bellas Artes de Valencia, que forma parte de un tríptico que incluye las escenas correspondientes al Prendimiento y la Flagelación en las puertas laterales, en la Fundación Lázaro Galdiano de Madrid y  en el Museo Provincial de Segovia.


La tapicería de Jerónimo Bosco.

Los tapices de El Bosco fueron realizados a partir de sus pinturas, siendo dos de ellas las obras más emblemáticas del pintor, El jardín de las delicias y El carro de heno. Los dos restantes son composiciones hagiográficas dedicadas a San Martín y San Antonio, dos de los santos más venerados desde la Edad Media. Los cuatro tapices presentan un enmarque arquitectónico  a base de pilastras laterales con capitel corintio y arquitrabes con frisos de flores y frutos, a modo de pórtico "all’antica" de estilo italianizante. Fue tejida en Bruselas con materiales de la mayor calidad como seda, lana, hilos de plata y oro, tintes... que confieren a su superficie una textura tensa y uniforme con una amplia y deslumbrante gama cromática.


El jardín de las delicias - Bruselas, h. 1550-1560 - Tapiz de oro, plata, seda y lana, 292 x 492 cm. Patrimonio Nacional - Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial.

Este tapiz es el de mayores dimensiones dela serie y en él se mantiene el efecto que producía el tríptico en el que se basa, a través de una arquitectura fingida que da unidad al conjunto. Las tres escenas están separadas mediante dos columnas de fuste estriado y talla de roleos y hojas de acanto, que sostienen el arquitrabe que se prolonga hasta las pilastras de los extremos.

A la izquierda se representa el Paraíso. El Creador, presentado como Cristo, bendice la unión de Adán y Eva, mientras el drago canario y la palmera donde se enrosca la serpiente reflejan la continua lucha entre el bien y el mal.  En la escena central del tapiz, una fuente de coral, símbolo de vida y fecundidad centra la atención del espectador. La mirada del espectador se detiene a continuación en un lago en el que desembocan los cuatro ríos del Paraíso y en cinco construcciones fantásticas,  representando el jardín de las delicias terrestres, donde grupos de jóvenes desnudos se abandonan al vicio y la lascivia. Por último, un cortejo de hombres montados sobre diferentes cabalgaduras da vueltas alrededor del lago donde las jóvenes se bañan desnudas, como alegoría de los pecados capitales y el infierno al que los pecadores serán condenados. Finalmente, a la derecha nos encontramos con la representación del Infierno, donde el hombre-árbol, considerado un autorretrato de El Bosco, ocupa la zona derecha. En la parte superior destacan las hogueras donde sufren los condenados y bajo ellas aparece un cuerpo hueco con forma de huevo en cuyo interior vemos una taberna. Un demonio con cabeza de pájaro sentado en un trono devora a los condenados y los expulsa como excremento, mientras que los instrumentos musicales que aparecen se han transformado en potros de tortura, en los que los pecadores reciben su castigo.


El carro de heno - Bruselas, h. 1550-1560 - Tapiz de oro, plata, seda y lana, 298 x 368 cm. -Patrimonio Nacional - Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial.

Este tapiz es una recreación realizada por Peter Brueghel el viejo basada en la tabla central del tríptico El carro de heno. El centro del tapiz lo ocupa una esfera transparente rematada por la cruz a modo que simboliza el mundo que flota a la deriva en un mar habitado por monstruos, como alegoría de las innumerables y continuas atrocidades cometidas por los hombres en su incansable búsqueda de los bienes terrenales, símbolo de la vanidad y lo efímero.

“Toda carne es como el heno y todo el esplendor como la flor de los campos. El heno se seca, la flor se cae” (Isaías 40, 6)

Si observamos atentamente el tapiz y la tabla en la que se basa, hallaremos algunas diferencias notables entre ambos. Así, los animales monstruosos que arrastran el carro han sido sustituidos en el tapiz por bestias de carga, la pareja cortesana situada sobre el heno ha sido sustituida por tres animales diabólicos que reparten gavillas de heno y el papa ya no cabalga junto al emperador, sino que se encuentra de pie frente a los miembros del clero, que son los primeros en abalanzarse sobre el carro, en una clara crítica a sus abusos y privilegios. Tienen también gran protagonismo la muerte y sus aliados con los robos y asesinatos del primer plano, la guerra, el patíbulo, la ciudad en llamas...  en primer plano, un esqueleto con manto azul acaba con las vidas de los hombres sin respetar jerarquías, mientras los demonios arrastran a los muertos hacia el abismo de un mar tenebroso donde son engullidos por peces monstruosos.


Las tentaciones de San Antonio - Bruselas, h. 1550-1560 - Tapiz de oro, plata seda y lana, 293 x 352 cm. Patrimonio Nacional - Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial.

El protagonista de este tapiz es San Antonio Abad, padre del monacato y fundador del eremitismo. La escena representa las tentaciones con que se vio asediado en el monte Colzim por Satanás, según el relato de su vida, escrito por Atanasio de Alejandría.Vemos a San Antonio, en actitud orante, meditando arrodillado y apoyado sobre un tronco y vestido con un rico hábito carmesí y dorado, muy alejado del hábito pardo habitual de los eremitas. El rostro del santo ha sido realizado con una extrema utilizando seda blanca y plata, que refuerzan el efecto de la barba y las canas de su cabello. Al fondo aparece un escenario de sensual del entorno responde a la noción de belleza del mundo visible como fuente de tentación y distracción de los asuntos espirituales. En primer plano, monstruos antropomorfos y zoomorfos rodean al santo, como personificación de las tentaciones, mientras que en el frondoso paisaje se representan diferentes escenas lascivas y concupiscentes, como la pareja desnuda sobre la hierba, observada por un monje, la laguna donde algunas jóvenes se bañan desnudas, o el fraile que se abalanza poseído por la lujuria sobre su compañera. Desde lo alto de las ruinas de un arco, dos demonios contemplan la escena, mientras al fondo vemos como el fuego del infierno destruye un monasterio.


San Martín y los mendigos - Bruselas, h. 1550-1560 - Tapiz de oro, plata, seda y lana, 296 x 364 cm. Patrimonio Nacional - Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial.

Este tapiz ha sido titulado en algunas ocasiones San Antonio Abad marcha a su retiro y en otras San Martín y los mendigos. Representa a un joven montado sobre un caballo, en el momento en que abandona una fortaleza para dirigirse a las montañas. Tras la puerta se distingue a varios hombres con antorchas, que parecen aludir a la procesión que acompañaba a la matanza del cerdo y los banquetes de la celebración de la festividad de San Martín, por lo que parece probable que el titulo más apropiado sea el segundo. A la derecha una multitud de tullidos y falsos tullidos, se agolpan y apalean entre sí por entrar en la taberna, mientras unas mujeres vierten agua sobre ellos en un inútil intento de impedir se entrada. Toda esta confusión y descontrol, con la violencia a la que nos acaba llevando la embriaguez, contrasta con la tranquilidad de los asistentes al banquete, presidido por un obispo y un cardenal seducidos por la música y las mujeres. Vemos por tanto, como San Martín santo deja atrás una vida de libertinaje y pecado, encontrándose por el camino una interminable sucesión de mendigos y tullidos que exhiben sin vergüenza ni pudor alguno sus miserias, a la vez que imploran compasión y limosna. El santo, impasible, ni siquiera evita pisarles mientras recoge su capa para evitar que la toquen en lugar de compartirla, una escena que  de acuerdo a la iconografía tradicional de San Martín refuerza la teoría del segundo de los títulos barajados por los expertos.

Libros de entregas y retrato de El Bosco

Los Libros de entregas de objetos donados por Felipe II al Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial son una fuente fundamental para conocer el momento concreto en que dichos objeto fueron incorporándose a la gran colección de obras de arte reunidas por el monarca. Las entregas al monasterio se hicieron durante el reinado de Felipe II en siete ocasiones, entre 1571 y 1598. Una octava donación en forma de legado fue hecha en 1611  con Felipe III en el trono de España.


En el folio 156 se registra El jardín de las delicias, propiedad de Patrimonio Nacional en depósito en el Museo Nacional del Prado:

"Una pintura en tabla al ollio con dos puertas de la bariedad del mundo çifrada con diversos disparates, de Hieronimo Bosco, que llaman del madroño, con molduras doradas. Tiene de alto çerradas las puertas dos baras y media y de ancho dos y terçia, que se compro del Almoneda del Prior Don Fernando".

En el folio 198 se registra el Cristo con la cruz a cuestas:

"Una tabla en que está pintado Christo nuestro Señor con la cruz a cuestas con Simon Cyreneo, vestido de blanco y otras figuras de mano de Ger.mo Bosqui, que tiene seys pies de alto y de ancho quatro y tres quartas".



Por último, un grabado realizado por el grabador Cornelis Cort acompañado por un texto del poeta Dominicus Lampsonius incluido en el libro publicado en Amberes en 1572 "Pictorum aliquot celebrium Germaniae Inferioris effigies" nos permite contemplar el rostro de El Bosco.

La contemplación de las tablas de El Bosco conservadas en El Escorial y los espectaculares tapices tejidos en Bruselas con hilos de lana, seda, oro y plata, sobre composiciones del artista, constituye una experiencia excepcional para los estudiosos, pero también para el público no especializado, que podrá acceder a unas obras de una calidad estética y material absolutamente deslumbrantes, que junto a la exposición  del Museo del Prado nos permite disfrutar de una gran parte de la obra de El Bosco incluida la perteneciente a la Corona de España y Patrimonio Nacional, sin duda la más numerosa e importante a nivel internacional. Una ocasión única y probablemente irrepetible que no debemos dejar pasar.



El Bosco en El Escorial. V Centenario.

Monasterio de San Lorenzo de El Escorial. Hasta el 1 de noviembre de 2016.
Av. Juan de Borbón y Battemberg, s/n, 28200 San Lorenzo de El Escorial, Madrid

http://www.patrimonionacional.es/

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