Las temporales del Thyssen. Caravaggio y los pintores del Norte.


Un apasionante recorrido a través del tenebrista y tortuoso realismo de Caravaggio.

El Museo Thyssen presenta hasta el 18 de septiembre de 2016 una extraordinaria exposición dedicada a este genio de la pintura barroca y su gran influencia sobre los artistas del Norte de Europa. Más de 50 obras, entre las cuales tendremos la inmensa fortuna de disfrutar de nada menos que doce obras del maestro lombardo.



 Una pintura para contemplar, que invita a tocar la, a veces descaradamente sensual piel de sus protagonistas. La muestra, comisariada por Gert Jan van der Sman, miembro del Istituto Universitario Olandese di Storia dell’Arte en Florencia y Profesor de la Universidad de Leiden, está dividida en seis secciones que abarcan toda la carrera de Caravaggio, desde su aun luminosa etapa romana hasta las pinturas tenebristas de sus últimos años, acompañadas por a una selección de obras de sus seguidores en Holanda, Flandes y Francia, procedentes de colecciones privadas, museos e instituciones como el Metropolitan Museum de Nueva York, la Galleria degli Uffizi de Florencia, el Museo del Ermitage de San Petersburgo, el Rijksmuseum de Ámsterdam o la iglesia de San Pietro in Montorio en Roma.


La exposición

El arranque de la exposición es todo un espectáculo, un verdadero deleite para la vista (las salas donde Caravaggio es el principal protagonista están pintadas en un sensual color frambuesa). Tres salas dedicadas a las obras que el pintor realizo durante su estancia en Roma con lienzos como Muchacho pelando fruta, de la colección privada de Isabel II de Inglaterra; Muchacho mordido por un lagarto llegado desde la Fundación Longhi de Florencia.




 Los músicos, del Metropolitan de Nueva York; La buenaventura de los Museos Capitolinos de Roma; El sacrificio de Isaac de la Galería de los Uffizi.


Continua la exposición con el lienzo David vencedor de Goliath del Museo del Prado.



 La coronación de espinas de la Colección Banca Popular de Vicenza; San Francisco en meditación del Museo Cívico de Cremona.



El cargado de sensualidad San Juan Bautista, procedente de The Nelson-Atkins Museum of Art de Kansas y  Santa Catalina de Alejandría, del Museo Thyssen.



Al final de la tercera de estas salas se exhiben, para enlazar con el resto de la exposición, obras de Peter Paul Rubens (Cabeza de un joven, El entierro de Cristo y La adoración de los pastores); Eisenheimer (Judit y Holofernes y Las tres Marías ante el sepulcro) y Nicolás Regnier (Retato doble de Nicolás Regnier y Vincenzo Giustiniani).


El recorrido de las tres salas que siguen, pintadas en unos discretos tonos gris y crema, se inicia con dos lienzos de Nicolas Regnier, el caravaggiesco San Juan Bautista en el desierto, procedente de Nápoles y Jugadores de cartas y echadora de la buenaventura venido desde Budapest.


 Continua la muestra con obras de pintores transalpinos seguidores de Caravaggio de la talla de Gerard van Honthorst (Alegre compañía con tañedor de laúd, Orfeo y la oración del huerto), procedentes de Florencia, Nápoles y San Petersburgo; David de Hacen (El escarnio de Cristo), llegado desde la Embajada de España en Italia.




Finalizamos, antes de centrarnos en los pintores franceses, con Hendrick ter Brugghen (Pífano, Flautista, La vocación de San Mateo…); Dirck van Baburen (Joven cantante); Gerard van Honthorst (Alegre compañía), procedente de Munich.


 Entre los pintores del país vecino se cuenta con pinturas de Valentín de Boulogne (David con la cabeza de Goliat), donde se percibe con claridad el regusto dramático y sangriento de la pintura de Caravaggio; Claude Vignon (San Pablo y El martirio de San Mateo).


Nicolás Tournier (Jugadores de dados y Alegre compañía con laúd) o Simón Vouet (David con la cabeza de Goliat y La virgen con el Niño Jesús).


Las dos últimas salas, de nuevo pintadas en color frambuesa, están dedicadas a la producción de Caravaggio y sus seguidores en Nápoles y el sur de Italia. El lienzo titulado El sacamuelas, procedente de los Uffizi, se exhibe con una interrogación en la cartela tras el nombre del Caravaggio, aunque el comisario de la exposición apuesta al 100% por su autoría pese a las dudas existentes entre algunos especialistas. En esta singular obra asistimos, entre sorprendidos y aterrados, a una escena en la que varios individuos contemplan espantados, como otro de los presentes se dispone a introducir unos alicates en la boca del infortunado paciente.


Entre los seguidores de Caravaggio podemos ver obras de Louis Finsón (Los 4 elementos, La Magdalena en Éxtasis y San Sebastián).



Matthias Stom (La cena de Emaús, la flagelación de Cristo y David vencedor de Goliat) y Hendrick van Somer (La adoración de los pastores).


La exposición finaliza con la última obra pintada por Caravaggio, El martirio de Santa Úrsula, finalizada tan solo unas semanas antes de su inesperada muerte en Porto Ercole, acaecida en 1610, cuando regresaba a Roma para obtener la bula papal por sus numerosos pecados. Un lienzo donde la oscuridad ha ganado finalmente en su  eterna y constante batalla con la luz y los personajes apenas se distinguen del fondo negro. Tan solo el pecho de la santa atravesado por la flecha que le ha disparado Atila, el rey de los hunos se encuentra bajo la luz. Sin lugar a dudas, un lujoso broche de oro para una magnífica exposición.


Y para concluir, creo que merece la pena citar las palabras que el gran pintor barroco Vincenzo Carduccio, dedicó al Caravaggio:

“Presentó a la nueva generación no uno, sino varios platos deliciosos, una selección de bocados exquisitos a los que éstos apenas pudieron resistirse”.

Un pintor fascinante que, pese a su conducta provocadora, libertina, desordenada y violenta, contó con la protección de los más importantes mecenas de su época. Sirvan como ejemplo los cardenales Francesco Maria del Monte y Scipione Borghese, el banquero Ottavio Costa e incluso los Papas Urbano VIII y Clemente VIII. Una vida digna de ser contada, una pintura digna de ser disfrutada.


CARAVAGGIO Y LOS PINTORES DEL NORTE

Museo Thyssen-Bornemisza - Paseo del Prado, 8


Hasta el 18 de septiembre de 2016.

Comentarios

  1. Estuvimos en la exposición de Caravaggio, que como bien dices, es un deleite para la vista. Previamente había leído tu artículo y me encantó, así que lo compartí con mis amigos, amantes del arte, que están al otro lado del océano para que disfruten también de esta muestra imperdible.
    Gracias Vicente. Enhorabuena por tu blog!

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

El Paseo de la Castellana o las heridas del tiempo.

El Palacio Real de Madrid. Historia, secretos y leyendas de un noble edificio.

El Tío Pepe y la Puerta del Sol.