Prudencia Grillo y el Convento de Santa Isabel la Real, o los inescrutables designios del Señor.
PRUDENCIA GRILLO, UNA VIDA DE NOVELA.
El cronista agustino Alonso de
Villerino, describió a Prudencia Grillo en su escritos sobre la fundación del
convento de la Visitación, con las siguientes palabras:
“Una moza y dama
que, criada a las influencias de la corte, vivía más cuydadosa de gozar sus vanidades que de aliñar la quenta que havía de dar a Dios”.
Prudencia nació en Valladolid en
1548, fruto de la unión extramarital del genovés Nicolás Grillo y
la conquense María de Rojas, pasando los primeros años de su vida el
monasterio agustino de Sancti Spíritus de
esta ciudad castellana, en cuyo hospital se acogió a los niños abandonados hasta el siglo XVII. A los seis años se trasladó a la casa paterna situada en Génova, donde vivía hasta el fallecimiento de su progenitor, ocurrido cuando tan solo tenía 14 añoś. A partir de ese momento Prudencia vio como su situación social mejoraba de forma considerable puesto que los Grillo formaban, junto a
los Doria, los Centurión y los Espínola, parte de los "albergui" o familias nobles de la República de Génova donde ocuparon cargos
importante, lo que les permitió prosperar con gran rapidez.
Regreso a España años mas tarde tras haber finalizado una relación con el genovés Jácome Lavayo, que cautivo en las galeras de la Señoría de Génova por haber asesinado a un hombre, había conseguido huir a Berbería. La acompaña otro genovés de nombre Aurelio Espínola, instalandose en Granada, ciudad donde viven
su madre y un hermano materno. Una relación breve sin duda ya que con tan solo 22 años Prudencia quedó embarazada de Pagan Doria, una vez más otro genovés.
Parece ser que la relación con Pagan no fue del todo feliz, ya que Prudencia, para evitar que Pagan Doria regresara a Génova, pues temía a sus parientes y había llegado hasta sus oídos que la quería encerrar en un castillo porque estaba celoso, a la vez que le arrebataba a su hijo, Anibal Doria Grillo, nacido en 1570. Prudencia entonces comenzó, sin temer a las posibles consecuencias, a realizar todo tipo de hechizos que evitaran que se hicieran realidad los planes de Pagan Doria, unas practicas que acabaron con nuestra protagonista en manos del Tribunal de la Santa Inquisición de Toledo, en 1571, tras ser acusada de “sacrílega hechicera excomulgada y perjura” y haber practicado ritos de hechicería “loca, desatinada y enferma”, para obtener el amor de Pagan Doria y evitar su partida. Finalmente la causa fué sobreseída tras considerarse todo el asunto un simple caso de “liviandad y concupiscencia y apetitos deshonestos”.
En lo que respecta a Pagan Doria, sabemos
que nació en Génova hacia1545, residiendo en Madrid entre 1560 y 1570, ciudad en la que inició su relación con Prudencia. Acompaño a Juan Andrea Doria en las campañas militares de Oran, Malta y Lepanto. En 1573 bajo el mando de Juan de
Austria parte en la expedición que conquista La Goleta y Túnez, donde morirá decapitado en Septiembre de 1574, con apenas 30 años, tras la reconquista de la
ciudad por los turcos.
A su muerte Prudencia heredó una pequeña fortuna, que le permitió llevar una vida desahogada durante los 17 que trascurrieron hasta la fundación del Monasterio de Nuestra Señora de la Visitación en 1589. una decisión en la que influyo de forma decisiva fray Alonso de Orozco, que desde 1561 vivía en el cercano convento de San Felipe el Real, al que conoció por mediación de una de sus sirvientas. Poco después se unirían dos religiosas procedentes del convento de Nuestra Señora de Gracia de Ávila y varias discípulas de fray Orozco, “por cuanto tenía devoción de ser monja recoleta de San Agustín, con sus tres criadas, Ana, María y Catalina”.
A su muerte Prudencia heredó una pequeña fortuna, que le permitió llevar una vida desahogada durante los 17 que trascurrieron hasta la fundación del Monasterio de Nuestra Señora de la Visitación en 1589. una decisión en la que influyo de forma decisiva fray Alonso de Orozco, que desde 1561 vivía en el cercano convento de San Felipe el Real, al que conoció por mediación de una de sus sirvientas. Poco después se unirían dos religiosas procedentes del convento de Nuestra Señora de Gracia de Ávila y varias discípulas de fray Orozco, “por cuanto tenía devoción de ser monja recoleta de San Agustín, con sus tres criadas, Ana, María y Catalina”.
Como era costumbre entre las damas adineradas
de la época, Prudencia no ingresó en el convento de forma humilde, tal y como se asegura en el documento de
fundación en el que consta lo que se ordenó disponer dentro de la
clausura “un aposento sobre el coro que se ha de
construir y una criada, la cual tengo de tener y empezarme de servir de ella
desde el año de noviciado”, algo nada sorprendente dada la forma de ser de una mujer descrita con las siguientes palabras:
“Más cuidadosa de adornarse con atavíos falsos de vanidad y lujos que con el
verdadero y bello de la virtud, cuyo pudor y poca envidiable fama le
conquistaba su escaso recato y ancha desenvoltura”
Profesó los votos en un acto religioso celebrado con gran solemnidad, en el que Pedro de Rojas y Enríquez, hijo de los
Marqueses de Poza impuso el hábito a Prudencia y sus
sirvientas. Y de este modo, el 23 de Octubre de 1589, hizo donación y trasfirió al
provincial de Castilla y al Padre Orozco las casas de su propiedad situadas en
la calle del Príncipe,“que alindan por un lado con las casas de Francisco Solís y por la trasera con la calle que va a la calle del Lobo”, así como una renta anual de 4.000 ducados.
Una estratégica situación cercana a los
corrales de comedias de la Pacheca y del Príncipe, principales centros de la
actividad teatral de Madrid.
Y es justo en este punto del relato, cuando
parece más oportuno contaros la leyenda que surgió poco después en torno
Prudencia Grillo y su llamada al seno de la Iglesia Católica.
La versión del agustino Alonso de Villerino
afirma que:
“Tenía estrecha amistad con un caballero, a
quien su Majestad mandó́ partir a servir un gran cargo de las galeras, sintiendo ella, o
haciendo que sentía, la ausencia del caballero, y consolándola él, vino a decirle: estando vos allá́, y yo acá, sin saber si vivis, o moris, como
quereis que pierda el cuidado? Podeiste perder, dixo él, que si yo muriese, yo os avisaré́, y con esto, mientras no os avisare, podréis entender, que vivo. Riose ella del ofrecimiento y replicole como me avisaréis, si muriederéis? Todos estos damascos, dixo él, y señaló los que estaban colgando en una quadra. también menearé́, añadió, las gavetas del escritorio; y la última señal será correr las cortinas de la cama”
Meses más tarde, sin que aún se
tuviese noticia del trágico destino de Pagan Doria, mientras Prudencia dormía
plácidamente en sus aposentos se escuchó un fuerte ruido que la despertó, al
tiempo que se descorrían las cortinas de su lecho y el cajón de su escritorio,
donde guardaba las cartas de su amado salía despedido, quedando su contenido
desperdigado por el suelo de la estancia. La advertencia de Doria se había hecho realidad.
Fue así como nuestra protagonista hasta ese momento ocupada “con mayor cuidado en gozar sus vanidades que
de aliñar la
cuenta que había de
dar a Dios, recibió tan
grande la aldabada para su corazón, que se resolvió a dar de mano a suma vanidad, y a volverse
a Dios muy de veras”.
Desde ese momento y hasta su ingreso en el
convento de la Visitación, “hospedava a obispos desterrados de Irlanda
y católicos de
Inglaterra. Gastava su hazienda en dotar mujeres arrepentidas: recogía las de mal trato y dávales de comer, porque la
necesidad no les obligase a ofender a Dios. Criava niñas en el Hospital de los Expósitos; y muchas vezes llegaron a
doze".
Y llegamos así, con Prudencia ya viviendo en
clausura, al año 1606, cuando la reina Margarita de Austria, esposa de Felipe
III, es informada de que en el convento de la Visitación “no se guardaban las normas de la recolección con la observancia que tan santo hábito pide y forzadas por la necesidad, ora de la
estrechez de la casa, pasavan algunas cosas aunque no escandalosas por lo
menos dignas de enmendarse en religiosas recoletas".
Algo que la reina atribuirá al mundano
emplazamiento del convento, junto a los ya citados corrales de comedias.
Finalmente, en 1610 se clausuró el convento de la calle del Príncipe
trasladándose las religiosas a al nuevo convento de de Santa Isabel la Real,
situado en los terrenos donde hasta entonces había estado la Casilla de Antonio
Pérez, el todopoderoso secretario de Felipe II.
Gracias a la protección que
todos los monarcas de la Casa de Austria dispensaron al Convento de Santa
Isabel la Real, éste se enriqueció con un gran número de obras de arte, entre
ellas lienzos de Ribera, Claudio Coello, Mateo Cerezo, Benito Manuel de Agüero
y Antonio Palomino, tristemente desaparecidos durante la Guerra Civil, cuando
se perdio igualmente el tabernáculo de madera tallada, diseño del italiano
Francisco Filippini, relojero de Carlos II. Pero esta será con toda seguridad una
futura entrada de De Rebus Matritensis.
Nacida de una relación extramarital y madre de un hijo natural de padre noble, la vida de Prudencia Grillo es altamente representativa de la época que le tocó vivir. Mantenida por el padre de su hijo, aunque excluida de
la genealogía oficial, en su biografía se unen su origen bastardo, los sucesivos amancebamientos, e incluso una acusación y un proceso del Santo Oficio, para finalizar con su ingreso en un convento fundado por ella misma. Sin duda, un interesante personaje estrechamente ligado a la historia de la Villa y Corte de Madrid.
Los Genios se les ve y se les nota cuando escriben sobre Madrid , sus calles sus edificios en fin sobre la cultura de estas gran ciudad, tu eres una persona que es querida por sus escrito y sus valores personales y cultural, en fin que decir de ti Génio gracias por tú enseñanza Don. Vicente Ramón gracias
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