San Nicolás de los Servitas, la iglesia más antigua de la Villa y Corte.


La iglesia de San Nicolás los Servitas, orden fundada en el S. XIII en Florencia por los siete santos fundadores, cuyos miembros siguen la estricta regla de San Agustín, ya aparece mencionada en el Fuero de Madrid de 1202 como una de las diez parroquias originales, siendo a día de hoy la iglesia más antigua de Madrid tras el derribo en 1868 de la cercana iglesia de Santa María de la Almudena, construida sobre los restos de la antigua mezquita de Mayrit.


 Dada su situación se ha pensado que la torre mudéjar de ladrillo, rematada por un chapitel herreriano de pizarra típico en Madrid, es probable que fuese el antiguo minarete de alguna mezquita, aunque no se ha encontrado ningún dato que permita confirmar tal suposición. Está formada por tres cuerpos cúbicos, cada uno de los cuales presenta 12 arquerías de diferente diseño en cada tramo. El primer tramo se puede ver desde el interior de la iglesia, y está decorado con arcos ciegos de tres lóbulos. El segundo, presenta arcos de cinco lóbulos separados por finas columnas de mármol, mientras el tercero y último, presenta simples arcos de herradura apoyados en pequeñas columnas.




 La iglesia, con sus tres naves, data de comienzos del siglo XV mientras que la albañilería y decoración mudéjar de su interior es la única muestra existente en Madrid, al igual que el artesonado de madera con lacerias en sus extremos que cubre la nave central. Por su parte el ábside de San Nicolás situado tras un arco de estilo califal, fue reformado y ampliado a finales del siglo XV, adoptándose una forma poligonal con cubierta interior de nervios de crucería con terceletes, característica de la época de los Reyes Católico. A la derecha del presbiterio se conservan yeserías de estilo mudéjar, también conocido como Cisneros y unas tallas del siglo XVII, de pequeño tamaño pero indudable calidad, como la Inmaculada de la escuela de Alonso Cano, que se encuentra flanqueada por las figuras de San Pedro y San Pablo.

 


El retablo mayor es de estilo neo clásico y está presidido por una imagen barroca de la Dolorosa de finales del siglo XVIII atribuida a Salvador Carmona, inspirada en una pintura que se encuentra en la iglesia de San Marcelo de Roma. La Virgen se nos presenta sujetando un pañuelo con su mano izquierda mientras mira al cielo y el viento mueve el manto y el velo. Siete puñales clavados en su corazón representan los dolores de la Virgen.





 La iglesia fue reformada en el siglo XVII, añadiéndose arcos de medio punto y capiteles toscanos, un campanario de estilo toscano y una nueva fachada con una portada barroca en granito realizada según algunos estudiosos por un aun joven Pedro de Ribera en la que destaca el medallón con la imagen casi exenta de San Nicolás, obra de Salvador Carmona.




Aprovechando para añadir las dos capillas que se encuentran a ambos lados de la entrada gracias al desplazamiento de la fachada principal. En una de ellas se encuentra la imagen de San Salvador, una obra realizada en 1949 por el valenciano Vicente Tamarit, un Cristo del Consuelo procedente de la iglesia de San Salvador de estilo barroco y un Ecce Homo del antes citado Nicolas de Bussi.




En la segunda capilla se encuentran las piezas correspondientes a la donación que Valeriano Salvatierra, pintor y escultor de cámara de Fernando VII, hizo a San Nicolás tras su milagrosa curación. Entre ellas se encuentra una copia de vestir de la Dolorosa realizada en 1825, así como copias del Cristo de Burgos  y el Cristo de Mengs que el monarca tenía en su dormitorio, dos bustos de Cristo y la Dolorosa, e imágenes de San Miguel, San José y san Cayetano del siglo XVIII.


Sobre los dos pilares que separan las naves de San Nicolás podemos ver una imagen de la Virgen de la Soledad, nuestra querida Paloma, con su corona de metal y los agujeros que permiten la colocación del rosario y un pequeño bajorrelieve policromado de estilo barroco que representa a las ánimas del Purgatorio.



Una lápida situada a los pies de la nave central y dos placas amarillas en el exterior de la iglesia nos recuerdan que en San Nicolás estuvo enterrado el arquitecto Juan de Herrera, mientras se acondicionaba el panteón familiar situado en Cantabria donde se encuentran sus restos en la actualidad. También se sabe, gracias a los libros parroquiales, que en 1583 fue bautizado en San Nicolás Alonso de Ercilla, conquistador de Chile y autor  de “La Araucana”.

 

En 1805, las parroquias de San Nicolás y El Salvador se fusionaron ante el estado de ruina en que se encontraba la primera, lo que hizo que se trasladaran todos los bienes a la iglesia cercana. Durante la invasión napoleónica fue utilizada como almacén por las tropas francesas, quedando después el edificio prácticamente abandonado hasta que en 1825 la Orden Tercera de los Servitas solicitó a Roma la cesión del templo, concesión que se hizo realidad un año más tarde, procediendo a continuación a la restauración del templo. En 1842, fue San Salvador la que sería finalmente demolida ante el estado de ruina inminente, lo que hizo que de nuevo ambas parroquias se unieran, con los consiguientes malentendidos entre los párrocos de ambas a causa de los bienes de una y otra y a cargo de que sacerdotes estarían las celebraciones de las diferentes misas. Así se llegaría hasta finales del siglo XIX, cuando en 1891 se trasladaron las dos parroquias a la iglesia del desaparecido hospital del Amor de Dios en Antón Martín, donde en la actualidad se encuentra la iglesia de El Salvador y San Nicolás, pasando a llamarse la iglesia que nos ocupa San Nicolás de los Servitas. San Nicolás fue declarado Monumento Nacional en 1931.



Como dato curioso hay que mencionar un sillar de piedra que se encuentra en el exterior de la iglesia, en la zona correspondiente al ábside. Se trata de una pequeña pieza reutilizada, con toda probabilidad procedente de alguna lapida de un enterramiento. En ella se puede leer parte de una inscripción con siete líneas escritas en castellano antiguo.

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