Las temporales del Prado. Georges de La Tour
Hasta
el 12 de junio de 2016, el Museo del prado nos ofrece la posibilidad de
disfrutar de 31 obras de Georges de la Tour, un casi olvidado pintor francés
del siglo XVII, cuya personalidad artística ha sido redescubierta
recientemente.
Comisariada
por Andrés Úbeda, jefe de Conservación de Pintura Italiana y Francesa del Museo
del Prado y Dimitri Salmon del Museo del
Louvre, esta muestra se nos presenta dividida
en tres secciones: Los primeros años, Réplicas y series y Los Últimos años.
Los primeros años.
A pesar de las dudas sobre la cronología de sus pinturas, no se cuestiona que las más realistas son las primeras en el tiempo, las cuales debieron pintarse en los últimos años de la segunda década del siglo XVII. Fue entonces cuando pobló sus pinturas de personajes sagrados de aspecto tosco, como los que integran la serie del "Apostolado de Albi", del que se pueden ver cuatro ejemplos en la exposición; mendigos harapientos, como los "Comedores de guisantes", o los músicos callejeros miserables y pendencieros, presentes en "Riña de músicos". Mención aparte merecen "Un viejo" y "Una vieja" , de carácter más refinado, y "El pago del dinero", su primer nocturno conocido.
Réplicas
y series.
A partir de la tercera década del siglo XVII su técnica evoluciona, con pinceladas más planas y pinturas más luminosas, haciendo que su originalidad y virtuosismo alcancen su máxima expresión en las escenas diurnas. Además, los tipos físicos representados se dulcifican y las acciones que llevan a cabo se serenan y dignifican. Sorprende su obsesiva repetición de tipos, como “San Jerónimo penitente” (Grenoble y Estocolmo) o “El tramposo del as de diamantes” (Forth Worth y París), así como las numerosas versiones de tañedores de zanfonía o Magdalenas. En los dos primeros casos las composiciones son muy parecidas, mientras en que los otros dos, cada cuadro presenta una interpretación original, que retoma en momentos sucesivos de su vida.
A partir de la tercera década del siglo XVII su técnica evoluciona, con pinceladas más planas y pinturas más luminosas, haciendo que su originalidad y virtuosismo alcancen su máxima expresión en las escenas diurnas. Además, los tipos físicos representados se dulcifican y las acciones que llevan a cabo se serenan y dignifican. Sorprende su obsesiva repetición de tipos, como “San Jerónimo penitente” (Grenoble y Estocolmo) o “El tramposo del as de diamantes” (Forth Worth y París), así como las numerosas versiones de tañedores de zanfonía o Magdalenas. En los dos primeros casos las composiciones son muy parecidas, mientras en que los otros dos, cada cuadro presenta una interpretación original, que retoma en momentos sucesivos de su vida.
Los
últimos años.
La producción final de La Tour está protagonizada por pinturas nocturnas de carácter religioso. Son obras de colorido casi monocromático, aparente simplicidad, silenciosas y conmovedoras, con personajes en los que destaca la ausencia de halos u otros atributos sacros, que surgen en espacios sumidos en una oscuridad apenas iluminada casi siempre por una vela. Entre estas obras se cuentan “La Adoración de los pastores” o “El recién nacido”.
Georges
de La Tour nació en una pequeña ciudad de la Lorena en 1593, en el seno de una
familia acomodada. Muy poco se conoce acerca de sus primeros años y su
formación en la ciudad de Vic-sur- Seille, salvo que en 1616 La Tour es ya un
pintor conocido. Al año siguiente, contrae matrimonio con Diana Le Nerf y el
matrimonio se instala poco después en Luneville.
El duque
de Lorena se convirtió en uno de sus principales clientes y tras la ocupación
del ducado por los franceses, La Tour viaja
a París en 1639 llegando a obtener el título de pintor ordinario del rey. Pintó
para el gobernador de la Lorena, el mariscal de La Ferté, el cardenal
Richelieu, el arquitecto Le Nôtre e incluso para el rey Luis XIII.
A su fallecimiento en 1652, víctima de una epidemia que diezmó la población de la Lorena, el artista había pintado más de 40 pinturas originales y 28 telas y grabados copias de originales perdidos, de las que tan solo 4 están fechadas y únicamente 18 firmadas.
Miguel
Zugaza, director del Museo del Prado, define a De La Tour con las siguientes
palabras:
“Georges de La Tour es un cabo suelto en la historia, el más español
entre los pintores franceses”.
En el
Museo del Prado podemos disfrutar de forma habitual de dos obras de este
pintor casi
olvidado durante más de tres siglos. Tras la adquisición por el Museo del Prado del cuadro “Ciego tocando la zanfonía” en 1991, en 2005 una obra hasta entonces desconocida titulada “San Jerónimo leyendo una carta”, fue cedida en depósito al museo tras ser descubierta entre los fondos del Ministerio de Trabajo por José Milicua, miembro del Real Patronato del Museo del Prado, a quien se dedica esta exposición.
olvidado durante más de tres siglos. Tras la adquisición por el Museo del Prado del cuadro “Ciego tocando la zanfonía” en 1991, en 2005 una obra hasta entonces desconocida titulada “San Jerónimo leyendo una carta”, fue cedida en depósito al museo tras ser descubierta entre los fondos del Ministerio de Trabajo por José Milicua, miembro del Real Patronato del Museo del Prado, a quien se dedica esta exposición.
Museo Nacional del Prado
Paseo del Prado, s/n, 28014 Madrid
www.museodelprado.es/
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