Hubo en Madrid una época en la que el paseo de la Castellana comenzaba donde la ciudad de Madrid acababa. Poco a poco se fue poblando de encantadores y señoriales palacetes. Era la época de los grandes señores, que levantaban sus grandes mansiones, de estilo francés, en el Paseo de la Fuente Castellana. Años más tarde, la fuente desapareció y al paseo sólo le quedó el nombre. Tras la Guerra Civil, comenzó la reconstrucción de lo que quedo de España, y en aras del progreso y el desarrollo fueron desapareciendo los palacetes y otras viviendas particulares de la clase media acomodada de Madrid, y en su lugar se levantaron, poco a poco, pero de forma inexorable, torres de cemento y hormigón, plazas frías e inhóspitas. Donde había vivido la aristocracia se instalaron bancos, compañías de seguros, multinacionales…. La historia del paseo de la Castellana reúne lo mejor y lo peor de la historia de Madrid y de su arquitectura, y quedara para siempre en nuestra memoria como la crónica
El Palacio Real de Madrid es la residencia oficial de Su Majestad el Rey de España, pese a que ni el Rey, ni ningún miembro de la Familia Real, tengan en él su residencia habitual. Actualmente es utilizado en los actos oficiales y en la celebración de las ceremonias de Estado. Un poco de historia Los orígenes del Palacio Real de Madrid o Palacio de Oriente, se remontan al siglo IX, en plena dominación musulmana de la Península Ibérica, cuando el emir Mohamed I edificó una alcazaba, para defender Toledo del avance de los cristianos, en el lugar donde hoy día vemos esta noble construcción. Una fortaleza defensiva que, tras la reconquista de Mayrit, por el rey Alfonso VI en el año 108 3, sería utilizada por los reyes de Castilla, sobre la que años más tarde, en el siglo XVI, se construyó el Real Alcázar, que resultaría destruido por un pavoroso incendio ocurrido en la Nochebuena de 1734. Felipe V, el primer rey de la nueva dinastía de los Borbones, fue el impulsor de las obr
¿Dónde está el tío Pepe? Esta sencilla pregunta se la habrá hecho, con toda seguridad, más de un turista, y algún que otro madrileño despistado, al llegar a la Puerta del Sol de madrileña durante los últimos dos años. El Tío Pepe, ese icono madrileño, había desaparecido, no estaba. Pero como no hay mal que cien años dure, la famosa botella negra con su chaquetilla roja de señorito andaluz, su sombrero de ala ancha y su guitarra, junto al lema “Sol de Andalucía embotellado”, ha regresado a la Puerta del Sol de Madrid tras una restauración a fondo que le ha devuelto todo su esplendor. Pero no lo ha hecho a su ubicación original en el edificio del desaparecido Hotel París, un edificio que en breve, se va a convertir en una nueva tienda Apple. No, el Tío Pepe ha encontrado un nuevo hogar a tan solo unos 100 metros de distancia, entre las calles Preciados y Carmen y justo enfrente de otro símbolo de la Puerta del Sol: el reloj de la Real Casa de Correos. Y como ocurre casi si
Comentarios
Publicar un comentario