Un encargo Real. Sabatini y la Casa de Campo.

Francesco Sabatini llegó a Madrid el año 1760 y desde esta fecha hasta su fallecimiento en 1797, el genial arquitecto desarrollo gran parte de su trabajo en Madrid, donde proyecto entre otros uno de los símbolos de la capital: la Puerta de Alcalá.
Puerta de Alcalá 1
Pero Sabatini, no solo era arquitecto, era también ingeniero militar y su obra incluye todo tipo de proyectos, desde planes urbanísticos hasta palacios, pasando por todo tipo de edificios de uso civil, hospitales, conventos, puentes o carreteras y caminos. Sirvan como ejemplo, su importante aportación a las obras de construcción del Palacio Real, la Casa de la Aduana, la fachada de la Real Basílica de San Francisco el Grande, las reformas de los palacios del Pardo y de Aranjuez, el Hospital General o las puertas de San Vicente y la ya citada de Alcalá.
Francesco Sabatini
No es extraño por tanto, que Carlos III le encargara el proyecto de reforma de la Casa de Campo, que por aquel entonces era propiedad de la Corona. Un proyecto en el que Sabatini se empleó a fondo, realizando numerosas obras: reconstrucción de la Casa de los Vargas, finalización de la cerca Casa de Campo con sus puertas, portillos y rejas para los arroyos, construcción de las Iglesias de la Torrecilla y de los Rodajos, la reordenación de la red hidráulica de la finca real, un proyecto de José de la Ballina, que Sabatini supervisó personalmente, casas de guarda, caminos, puentes, una faisanera e incluso un cementerio donde recibían cristiana sepultura los que trabajaban en la propiedad Real y sus familiares.
Reja de Meaques
Sabatini - Rejas en la Casa de Campo Sabatini - Rejas de Prado del Rey o de Rodajos
Sabatini se encargó absolutamente de todo, desde lo aparentemente más importante a lo más sencillo y simple, desde proyectos de jardinería para los Reservados, al diseño de las pilas bautismales y vasos de culto de las Iglesias del Real Sitio. Y a pesar de los años y de la devastación que la casa de campo sufrió durante la guerra Civil, la huella de Sabatini en este parque madrileño sigue siendo aun visible. Una huella de una enorme importancia tanto en lo artístico como en lo histórico.
El origen de la Casa de Campo, el gran pulmón verde de Madrid, junto con el Parque del Retiro se encuentra en la antigua casa de campo de la Familia Vargas. Una familia de rancio abolengo desde la Edad Media. En el siglo XVI, Felipe II, gran aficionado a la caza, adquirió la antigua casa de los Vargas junto con sus tierras a las que los sucesivos fueron añadiendo más tierras de labor y fincas vecinas. Fernando VI, declaró la Casa de Campo Real Bosque, por la cercanía al Palacio Real  y su enorme riqueza cinegética y finalmente sería su medio hermano Carlos III quien decidiría dotar a la finca real de una red hidráulica, puentes y otras obras dotacionales que permitieran la explotación de sus recursos agrícolas y ganaderos. Como propiedad de la corona que era, solo se permitía la entrada a la Casa de Campo a la nobleza, miembros del cuerpo diplomático y representantes de las Cortes extranjeras, a determinados miembros del personal de palacio y a algúnos familiares de los mismos.
 Los puentes de Sabatini
 En 1780, Carlos III encarga a Sabatini que proyecte y construya cinco puentes sobre el Arroyo Meaques, de los que en la actualidad únicamente se conservan tres: el de la Agachadiza, el del Álamo Negro y el de la Culebra, habiendo desaparecido los otros dos: el de Batán y el de las Siete Hermanas. Unas obras de carácter eminentemente utilitario, con la excepción del puente de la Culebra, en el que Sabatini dio rienda suelta a su enorme talento artístico, creando una obra muy personal, mas estética que práctica, ya que dada su escasa anchura, no permitía el paso de carruajes de ningún tipo.
 Sabatini - Puente de la Culebra Puente de la Culebra
 El puente de la Culebra se construyo en el año 1782, y originalmente fue el puente Estrecho, para con los años pasar a ser mucho más conocido por su nombre actual a causa de las formas ondulantes de sus pretiles, que se asemejan a una serpiente reptando. Está situado en la zona del Zarzón, en las proximidades  del Parque Zoológico de Madrid, sobre un pequeño riachuelo conocido como el Arroyo de Meaques, que en esta zona se ha represado para crear el Estanque Chico. Se trata de un puente sobrio y sencillo que combina el ladrillo rojo, empleado en los arcos, con el granito de la parte superior. Lo llamativo de este puente, es la ondulación que Sabatini dio a de los pretiles de piedra que están rematados con diez pináculos, que en 2003 tuvieron que ser remplazados tras resultar seriamente dañados algunos de ellos.
Sabatini - Puente del Álamo Negro
 Respecto a los otros dos puentes supervivientes, cabe mencionar que el del Alamo Negro, construido con fábrica de ladrillos, antepechos y cobijas de sillería, debe su nombre a un gran álamo que en tiempos hubo junto al puente. Aparece citado en el legajo nº 12 del Archivo General de Palacio de 1 de septiembre de 1783 y en el callejero oficial del año 1928, así como en el “Plano de paso de carruajes y emplazamiento de los inmuebles inventariados” de 1933. En cuanto al puente de la Agachadiza, en un principio fue un puente de tres arcos, todo de ladrillo. A lo largo de la historia ha sido víctima de numerosas riadas y los destrozos sufridos durante la guerra lo dejaron seriamente tocado por lo que fue cubierto con cemento y se cegó uno de sus tres arcos. Su estructura original se mantiene, pero poco tiene que ver con el puente proyectado por Sabatini.
 Puertas y portillos
Carlos III ordeno finalizar el cierre de la Casa de Campo, con la forma en que ha llegado hasta la actualidad. Y para ello, Sabatini proyectó un muro realizado mediante machones y verdugadas de ladrillo y paños rectangulares de mampostería de piedra con mortero de cal, con la parte superior con albardillas de granito y una anchura de unos 60 cm. Una serie de puertas, la mayoría construidas en piedra, permitían el acceso a la finca. Estaban formadas por dos o más pilastras verticales, con adornos en la parte superior, y verjas de hierro forjado para cerrar el paso.
Portillo del Zarzón
En cuanto a los portillos, eran pequeños aberturas en el muro de cierre, que apenas permitían el paso de personas, como el Portillo de la Agachadiza, el de Casa Quemada, el de Los Pinos o el del Zarzón, del cual aun se pueden ver los sillares, por lo que de decidirse, sería más que factible su reconstrucción.
Puerta de Aravaca
La mayoría de estas puertas y portillos han desaparecido, pero dos de ellas aun podemos contemplarlas: las puertas del Club de Campo, son en realidad las primitivas puertas de Aravaca y de Castilla, proyectadas y construidas por ese gran genio que fue Francesco Sabatini.

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