El día que Verdi visito el Teatro Real.

La mañana del sábado 10 de enero de 1863 llegaba a Madrid el compositor Giuseppe Verdi acompañado de su esposa, Giuseppina Strepponi. El motivo de su visita a nuestro país era dirigir los ensayos de su ópera “La forza del destino” en el Teatro Real, cuyo estreno estaba previsto para el 21 de ese mismo mes de enero.


El libreto de “La forza del detino” estaba basado en el drama del duque de Rivas, “Don Álvaro o la fuerza  del sino”, que Verdi había calificado como “poderoso, singular, vastísimo y fuera de lo común” y sobre el que Piave había introducido algunas modificaciones que no fueron del agrado del duque de Rivas, quién se lo hizo saber al propio Verdi durante uno de los ensayos.


La ópera se estrenó un lluvioso sábado 21 de febrero, y la S. M. Isabel II asistió a la representación desde el palco real, donde recibió al gran maestro tras el tercer acto. El reparto fue de auténtico lujo, encabezado por Anne-Caroline Lagrange, Gaetano Fraschini y Leone Giraldoni, y los decorados fueron realizados por César Ferri. En una carta escrita al conde Opprandino Arrivabene (contertulio de Verdi en los salones de la condesa Maffei), el maestro dice hablando de la representación: “Ejecución admirable del coro y la orquesta. Buena actuación por parte de Lagrange y Fraschini. El resto, cero o malo: pese a todo, éxito”.


“La forza del destino”, llevaba representándose también en Roma desde dos semanas antes de su estreno madrileño, siendo estas dos ciudades las primeras en poder disfrutar de esta gran ópera de Verdi tras su estreno en San Petersburgo el 10 de noviembre del año anterior con Enrico Tamberlick como protagonista principal. La mediación de este  tenor, gran enamorado de nuestro país, sería un factor importante para lograr el estreno de La forza del destino en el Real.


La ópera obtuvo un gran éxito de público, pero la crítica no fue especialmente generosa y parece ser que tampoco el duque de Rivas se mostró satisfecho con la adaptación de su obra. El empresario del Teatro Real, Carlos Bagier, había programado varias representaciones de algunas de las óperas del italiano aprovechando su estancia en Madrid. Las óperas elegidas fueron “Rigoletto”, “Ernani” y “La traviata”.

Palco del Teatro Real .

El director de la orquesta del Real en aquella época  era Juan Daniel Skoczdopole y el maestro de los coros Joaquín Espín y Guillén, padre de Julia Espín, cantante de ópera y amor imposible de Gustavo Adolfo Bécquer, a quien inspiró algunos de sus versos más inspirados. Pero a pesar de la ilusión y el empeño mostrados por los músicos los ensayos, estos no convencieron plenamente a Verdi, quien el día 20 de febrero, tras el ensayo general con trajes y decorados, escribió al editor Ricordi: “Ayer se hizo el ensayo general. No muy bien, de modo que no se puede esperar éxito. Coros, orquesta y decoraciones óptimos, todo lo demás frustrante”. Pero con “La forza del destino”, la máxima teatral de que “un mal ensayo general significa un buen estreno” se cumplirá, y cuando la obra sube por vez primera a las tablas del Real, con el propio autor dirigiendo la orquesta, el éxito es rotundo.


Durante su estancia en Madrid, Giuseppe Verdi, se alojó en el nº 6 de la plaza de Oriente, en la Casa Nobile Castaldi, lugar de residencia habitual de los artistas líricos que contrataba la empresa del Teatro Real. Ni qué decir tiene que los salones más aristocráticos, así como los de la alta burguesía madrileña, se disputaron desde la llegada de Verdi la ocasión de contar con la presencia de tan ilustre personaje en sus “soirées”. Las invitaciones que Verdi recibió para asistir a diversos actos sociales y homenajes fueron muy numerosas, pero a diferencia de su estancia en San Petersburgo, donde Verdi había alternado en sociedad, en esta ocasión rechazó casi todas las invitaciones, una actitud por la que fue considerado como un hombre de carácter huraño y reservado. Nadie en Madrid quiso perderse el acontecimiento de la temporada y entre las personalidades presentes aquella noche en el Real estuvieron entre otros, y aparte de los reyes, el duque de Rivas, Pedro Antonio de Alarcón, Rosalía de Castro y Francisco Asenjo Barbieri, quien trató infructuosamente de ponerse en contacto con Verdi desde que éste llegó a Madrid, incluso asistiendo  a los ensayos de la ópera, pero sin conseguir ser presentado.

Francisco Asenjo Barbieri.

Barbieri aún hizo un último intento enviando al italiano su más sincera felicitación por el éxito obtenido. No hubo respuesta. El español no olvidará el desaire y tres años más tarde se lo hará pagar al italiano. Verdi, que por entonces estaba componiendo “Don Carlo” estaba buscando música popular española donde inspirarse para el ballet incluido en la ópera. Le aconsejaron que se dirigiera a Barbieri, que por aquel entonces se encontraba en la cima de su fama.  La respuesta  que Barbieri envió a Verdi a través de Fraschini, amigo común de ambos ilustres compositores fue contundente: “Tengo la satisfacción de manifestar a Vd. amigo Fraschini, que poseo todo cuanto Verdi puede apetecer de este género, como ve Vd. aquí. Pero haga el favor de decirle que no me da la gana de facilitarle nada, pues cuando estuvo aquí hace tres años yo testimonié repetidamente mi entusiasmo hacia su labor artística; mas él no se dignó en tener una palabra de cortesía para un compositor, que si bien humilde, al fin y al cabo era un compañero de profesión”.


Tras el estreno madrileño de “La forza del destino”, Verdi y su esposa, realizaron una gira turística por  Andalucía, que incluyo Cádiz, Málaga Córdoba, Sevilla y Granada, y visitaron también El Escorial y Toledo. En su gira andaluza el maestro aprovecho para  visitar al que fuera primer “Nabucco”, el barítono Giorgio Ronconi, que por aquel entonces vivía en Granada.En otra carta dirigida también a su amigo Arrivabene, Verdi resume su gira por España de la siguiente manera: “ Viaje extremadamente incomodo, largo y fatigoso,  La Alhambra in primis et ante omnia (en primer lugar y ante todo), Toledo, Córdoba y Sevilla merecen la reputación de que gozan. El Escorial (perdón por la blasfemia) no me gusta. Es un montón de mármoles con piezas riquísimas en su interior, alguna bellísima, como un fresco de Luca Giordano maravillosamente bello, pero el conjunto carece de buen gusto. Es severo y terrible, como el feroz soberano que lo ha construido”. Parece ser que la negativa impresión causada por el monasterio, fue el origen de su siguiente opera, “Don Carlo”, basada en al drama homónimo de Schiller. “Don Carlo” es, sin lugar a duda, la obra más anticlerical compuesta por Verdi, pero a la vez, es la que contiene la más bella música del siglo XIX compuesta para la voz de bajo.

Cuando regresaron de su viaje, “La forza del destino” aún se estaba representando en el Teatro Real , ya que se habían programado 12 representaciones, una cifra  que en aquella época era más que notable. Apenas pasan unos días en la ciudad para preparar el regreso a Italia y el día 13 de febrero, a las ocho de la tarde y tras haber presentado sus respetos y despedirse de S. M. Isabel II, el matrimonio Verdi abandono la capital de España. Nunca volvieron.


Verdi compuso cinco operas cuya trama trascurre en suelo español: “Ernani” (1844), “Alzira” (1845), “Il trovatore” (1853), “La forza del destino” (1862) y “Don Carlo” (1867). Una sexta, “Simon Boccanegra” (estrenada en 1857 y retocada en 1881), si bien su acción se desarrolla en Génova, está basada en el drama del escritor español António García Gutiérrez, autor también del drama “El trovador”, que inspiraría la opera del mismo titulo.

A través de sus óperas españolas, Verdi supo expresar, sin caer en los tópicos y en lo pintoresco, la tragedia del romanticismo español con una contundencia y un vigor insuperables, y siempre con la genialidad de su música intemporal e inmortal.

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